Carmen Zarra murió por una infección mortal tras donar médula ósea a la novia de la infancia de su marido, Santiago Urgel. Mientras tanto, la hija de ambos, gravemente enferma, permanecía abandonada en una cama de hospital mientras el otrora orgulloso marido de Carmen alardeó descaradamente de su aventura celebrando una rueda de prensa con su amante. Hacía años, un malentendido había alimentado el profundo resentimiento de Santiago hacia Carmen, haciéndole creer que ella le había traicionado. Cuando por fin salió a la luz la verdad y descubrió que Carmen había fallecido hacía tiempo, el abrumador peso del arrepentimiento le llevaba a quitarse la vida.